Desde las primeras notas, el ambiente está planteado.
La luz es dura, la decoración es sencilla y toda la atención se centra en el trío y su música.
Con su experiencia junto a Madonna, y fiel a sus valores iniciales, Kalakán favorece una relación íntima con su audiencia mediante la elección de un retorno a lo básico.
Con un cierto grado de riesgo, dejando espacio para el inesperado y la espontaneidad, los miembros de Kalakán cuentan con una puesta en escena elegante, que reúne a los oyentes y los músicos en torno a la música y a las sensaciones que lleva.
Durante 90 minutos, Thierry, y Jamixel Xan están casi desnudos, con voz y percusión.
Cantan textos vascos del siglo 16 como textos de poetas contemporáneos, a’capella o con tambores. La suave voz de una canción de cuna viene después de voces orgullosas de una “jota”.
Golpean percusiones con nombres exóticos: txalaparta, ttun ttun, atabal, pandero... Todos los instrumentos tradicionales se tocan en el País Vasco hoy en día. Los arreglos del trío llevan el oyente de viaje desde las llanuras áridas navarros de Herribera hasta los valles aislados de Zuberoa, haciendo algunos desvíos a través de ciudades como Río de Janeiro, Nueva York, Londres, Roma o Ámsterdam. Kalakán... todo está allí, ante nuestros ojos y oídos, sólo tiene que dejarse ir.